Las guías de estilo editorial: historia, tipología, materializaciones y contenido

 A fin de optimizar la labor de todos los que intervienen en la elaboración, edición y producción de un texto, las editoriales se valen en muchos casos de guías internas de trabajo, destinadas a orientar al propio autor (escritor o traductor) y al personal editorial.

Tipos de guías de estilo

Tradicionalmente, se han acuñado los textos que compilan la normativa editorial (general o específica) con muy variados nombres: normas editoriales, prontuarios editoriales, cartillas tipográficas, códigos tipográficos, libros de estilo, manuales de estilo... Esta caótica terminología ha dio pie a propuestas de uniformación en la nomenclatura y de categorización tipológica, como la que realiza José Martínez de Sousa en su Manual de estilo de la lengua española (1.ª ed., Gijón: Trea, 2000, pp. 35-39), que propone una clasificación basada en:

– su contenido (norma lingüística, norma tipográfica, norma ortotécnica, norma documental, deontología profesional, legislación, estilo redaccional, etc.);

– su campo de conocimiento (ciencia, técnica, humanidades, etc.),

– su ámbito de aplicación (general, administración, prensa, editoriales de libros, imprentas, comunidad científica, etc.);

– su estilo normativo (sólo prescripción o combinación de contenido descriptivo y normativo).

Pese a que esta impecable taxonomización no tiene, en la práctica, correspondencia con los muy variopintos y confusos títulos que este tipo de guías suelen exhibir, merece, sin embargo, la pena ahondar en la caracterización realizada por Martínez de Sousa para poder navegar sin perder el rumbo por el cada vez más proceloso mar de obras de estilo editorial.
Valgan, pues, estas orientaciones críticas para identificar sus materializaciones y aspectos más relevantes y bordear prudentemente el resto.

Los códigos tipográficos

Los códigos tipográficos son publicaciones normativas, que recogen las reglas para la realización de un impreso, particularmente las de grafía tipográfica. Su contenido se limita a recoger el canon de escritura con tipos de imprenta (macro y microtipografía) de una lengua y de una tradición impresa.

Precedidos por la publicación en 1608 de la Orthotypographia del alemán Hyeronimus Hornschuch, desde el siglo XVIII proliferaron en Francia diversos manuales de tipografía de la mano de impresores y tipógrafos que publicaron sus tratados con la intención de difundir y fijar el arte de la imprenta y de mejorar la calidad textual y gráfica de los impresos. Pero no sería hasta la primera mitad del siglo XX cuando, en la misma Francia, se publicó una obra destinada a uniformar diversos aspectos de la escritura en francés con tipos de imprenta, que devendría de referencia común: el Code typographique – Choix de règles à l’usage des auteurs et des professionnels du livre, Fédération nationale du personnel d’encadrement des industries polygraphiques et de la communication (1.ª ed, 1926-17.a ed., 1993), considerado durante largo tiempo a en el país vecino como la biblia de los tipógrafos, y también de los correctores y de los escritores en lo relativo a grafía tipográfica. Su modernización en la obra de nueva planta Nouveau code typographique (1997) no consiguió mantener su crédito, sino todo lo contrario: permitió que obras superiores acabaran supliendo el papel referencial del viejo Code. Este fue el caso del Lexique des règles typographiques en usage à l’Imprimerie nationale (1971, 1.ª ed.), del tratado publicado en la suiza francófona Guide du typographe – Règles et grammaires typographiques à l’usage des auteurs, éditeurs, compositeurs et correcteurs de la langue française (1948, 1.ª ed.), y del quebequés  Le Ramat de la typographie (2002), de Aurel Ramat, cuyas discrepancias manifiestan el actual distanciamiento en los criterios tipográficos seguidos en el mundo francófono.
Pese a que la imprenta española bebe de la tradición tipográfica francesa, las normas de composición tipográfica y de ortotipografía han estado dispersas durante siglos en infinidad de fuentes. Aunque en la actualidad algunas de estas convenciones están recogidas por organismos normalizadores nacionales (como las normas UNE de la Asociación Española de Normalización, AENOR), que a su vez son reflejo de normas internacionales (las normas ISO), la mayoría siguen teniendo registro particular y muestran una preocupante tendencia a la innovación errática.
Hasta ahora, lo más parecido a un código tipográfico de uso general que existe en el ámbito hispanohablante es el Diccionario de ortografía técnica, de José Martínez de Sousa (Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1987, reimpr. 1999), refundido en su Ortografía y ortotipografía del español actual (2.ª ed., Gijón, Trea, 2008; en revisión), parte de la cual se refleja también en su Manual de estilo de la lengua española (3.ª ed., Gijón, Trea, 2008). En México, Roberto Zavala Ruiz y Jorge de Buen muestran en sus obras la línea continuista de la tradición tipográfica hispánica, si bien es sabido que, particularmente, el mundo editorial de la América latina del norte y del centro del continente manifiestan una fuerte influencia de los usos ortotipográficos recogidos en los manuales de estilo anglosajones.
Con escasísimo acierto y poca concreción, la Real Academia Española ha querido también explorar en su últimas obras este campo de la escritura, que nunca le ha sido propio y para ahondar en el cual no reúne personal interno ni asesoría debidamente cualificados, como José Martínez de Sousa ha puesto reiteradamente en evidencia (cf. 1 y 2).

Los libros de estilo periodísticos

Los libros de estilo de prensa y revistas son prontuarios (obras de tipo normativo) de estilo periodístico para uso interno de una publicación periódica.
Aunque nacieron en la prensa estadounidense en la primera mitad del siglo xx (1931, primera edición del libro de estilo del Daily News) con el fin de establecer cánones deontológicos y retóricos específicamente periodísticos y soluciones unificadas a problemas de grafía, hoy se hallan extendidos por todo el mundo. Todo periódico que se precie tiene el suyo (o sigue, en líneas generales, uno establecido por otro periódico).
En todos los países donde el castellano es lengua hegemónica no ha habido, hasta hace poco, unidad de criterio con relación a las normas lingüísticas seguidas por los medios. Como parte de una política de Estado en torno al castellano cuyo objeto fundamental es fijar una forma común del idioma y un imaginario igualmente común en torno a ella, desde España se impulsaron diversas iniciativas para uniformar los usos en los medios de comunicación a ambos lados del Atlántico: la creación de la Fundéu-BBVA, que opera también en algunos países latinoamericanos, y la firma de un convenio entre la RAE, la Fundéu-BBVA y muy diversas cabeceras de prensa y grupos de comunicación de España y América, por el cual las empresas mediáticas suscriptoras se comprometían a adoptar en sus respectivos libros de estilo las pautas establecidas en el Diccionario panhispánico de dudas, aun cuando no fueran adecuadas ni suficientes para atender a las necesidades de un medio masivo (cf. Silvia Senz: «Fundéu-BBVA: el largo brazo de la RAE en los medios», y Silvia Senz, Jordi Minguell y Montserrat Alberte: «Las academias de la lengua española, organismos de planificación lingüística», en: Senz, Silvia/Alberte, Montserrat: El dardo en la Academia. Barcelona: Melusina, 2011, vol. 1, 371-550; esp. pp. 518-524).

En el ámbito anglosajón existe una obra de consulta común de los medios que por el propio mérito de su excelencia y utilidad —y no como resultado de una política lingüística de Estado con alcances económicos y geoestratégicos—, sirve de modelo para la redacción de los libros de estilo particulares; se trata del The Oxford Dictionary for Writers and Editors (Oxford: Oxford University Press, 2000, 2.ª ed.), con una nueva edición reciente.

Los libros de estilo bibliológicos

Los libros de estilo bibliológicos son textos normativos, editados por y para las editoriales de libros, que tienen su precedente histórico en los códigos tipográficos y las normas ortotipográficas recogidas en los libros sobre técnica tipográfica. Son por lo general obras breves, que atienden especialmente los problemas y dudas que se plantean en determinadas líneas editoriales, por sus características temáticas y procedimentales, y por el perfil del lector al que van destinadas.

Los manuales de estilo

Los manuales de estilo son obras de carácter descriptivo y explicativo, además de normativo, editadas para un público amplio, que recogen tanto el contenido de los códigos tipográficos como las normas para la redacción y edición de obras académicas o científicas.

En el mundo anglosajón son obras de común referencia en el ámbito de las humanidades el Copy_Editing: The Cambridge Handbook for Editors, Authors and Publishers (de Judith Butcher; Cambridge University Press, 1992), el The Oxford Guide to Style (de Horace Hart; Oxford University Press, 2002), el MLA Handbook for Writers of Research Papers (de Joseph Gibaldi y Phyllis Franklin; Nueva York: Modern Language Association, 2003, 6.ª ed.) y el The Chicago Manual of Style (Chicago: University of Chicago Press, 2003, 15.ª ed.); en el ámbito de las ciencias sociales, el Publication Manual of the American Psychological Association (Washington: APA, 2001, 5.ª ed.); en el de las ciencias biomédicas, el Scientific Style and Format: The CBE Manual for Authors, Editors, and Publishers (University of Wisconsin_Madison Writing Center, 1994, 6.ª ed.).

De este tipo de obras, en España sólo disponemos, en el campo de la medicina, del Manual para la redacción, traducción y publicación de textos médicos, de José Luis Puerta López-Cózar y Assumpta Mauri Mas (Barcelona: Masson, 1994) y del Manual de estilo de publicaciones biomédicas, de la revista Medicina Clínica (Madrid, Mosby/Doyma Libros, 1993), que ofrece, este último, de forma rigurosa y coherente, amplios criterios sobre el proceso de elaboración y publicación de artículos científicos, sobre aspectos lingüísticos relacionados con la expresión técnica y sobre convenciones tipográficas del texto científico-médico.

El único manual de estilo de tipo general, especialmente aplicable para las humanidades, que existe en España es el Manual de estilo de la lengua española (4.ª ed., Gijón: Trea, 2012), de Martínez de Sousa. Para el catalán cumple esta misma función el Manual d'estil: la redacció i l'edició de textos (4.ª ed., 2009), de Josep M. Mestres, Joan Costa, Mireia Oliva y Ricard Fité, que cumple además un papel de referencia general para cualquier lengua por la vastedad y rigor con que recoge usos y normas de grafía científica y documental.

Contenidos habituales de las guías de estilo

Normas que afectan especialmente al editor de textos y a los correctores

– Obras y normas de referencia en la editorial.
– Aspectos de la ley de Propiedad Intelectual relativos al derecho del autor a la integridad de su obra y al derecho a corregir pruebas.
– Pautas generales para unificar criterios.
– Normas de alfabetización.
– Formación y grafía de abreviaciones (abreviaturas, siglas y acrónimos).
– Empleo de mayúsculas y minúsculas.
– Grafía de las citas textuales.
– Sistema de cita bibliográfica.
– Grafía de los lemas.
– Grafía de los poemas.
– Grafía de los diversos tipos de notas.
– Grafía de los diversos tipos de índices.
– Grafía de las bibliografías.
– Grafía de las cronologías.
– Mecanismos de las remisiones.
– Grafía de las firmas.
– Grafía de los folios explicativos.
– Grafía de párrafos, apartados y subapartados.
– Grafía y empleo de los símbolos.
– Grafía y empleo de signos.
– Empleo de los signos de puntuación en tipografía.
– Grafía de las cifras y cantidades.
– Normas de división y separación de palabras a final de línea en las pruebas tipográficas.
– Normas de partición de títulos en las pruebas tipográficas.
– Aplicación de las variantes de letra con valor diacrítico: cursiva, negrita, versalita, redonda y redonda entrecomillada.
– Lista de errores morfosintácticos habituales (género, número, concordancia, valores verbales, uso de determinantes, uso de preposiciones, uso de formas verbales...).
– Criterios unificados en cuestiones que pueden grafiarse y disponerse de más de una manera (con o sin acento; junto y separado; con dos grafías posibles [yerba/hierba]; con o sin inicial mayúscula, con cifra o con letra...).
– Lista de palabras habitualmente mal empleadas (impropiedades, anglicismos, barbarismos, galicismos, etc.).
– Lista de homófonos y parónimos.
– Lista de siglas, acrónimos, abreviaturas y símbolos habituales.
– Listas de antropónimos y topónimos dudosos o habituales.
– Lista de gentilicios dudosos o poco habituales.
– Signos de corrección de estilo y de corrección tipográfica.
– Método de la corrección de estilo y de la corrección tipográfica.
– Recursos en la red para el trabajo del editor de textos y del corrector.

Normas que afectan especialmente a los redactores y autores

– En medios de comunicación: fundamentos y objetivos de la labor periodística.
– Criterios de deontología (conducta ética y socialmente responsable):
a) periodística,
b) científica;
c) documental (reconocimiento e identificación de la bibliografía consultada, e identificación y reproducción de las citas textuales).
– Estándares propios de las disciplinas de que traten las obras que habitualmente publica una editorial.
– Aspectos controvertidos de la disciplina sobre la que tratan las obras que habitualmente publica una editorial.
– Instrucciones para la correcta presentación de los originales:
a) uso del programa de procesamiento de textos;
b) formateo de la página (tipo y cuerpo de letra, interlineado, medidas, márgenes y numeración);
c) identificación y presentación de las partes de la obra;
d) formato de presentación de los documentos;
e) organización del texto en partes;
f) tratamiento y disposición de los diversos tipos de texto (texto general, notas, pies de figuras, rotulados de figuras, recuadros de texto, citas intercaladas, remisiones internas, índices y cuadros);
g) sistema y grafía que debe utilizar para las citas textuales, para la manipulación de las citas, para la elaboración de la referencia bibliográfica y para la confección de bibliografías;
h) tratamiento y presentación de las imágenes;
i) grafía de signos y símbolos.
– Estilo, tono y estructura de textos específicos:
a) destinados a una sección (si se trata de publicaciones periódicas),
b) destinados a una obra o colección determinadas (si se trata de publicaciones bibliológicas).
– Normas de transcripción al español de diacríticos y signos especiales de otras lenguas con alfabeto latino (alemán, checo, danés, finlandés, húngaro, polaco, rumano, etc.).
– Normas de transcripción al español de idiomas con alfabetos no latinos (árabe, búlgaro, griego, hebreo, serbio, ruso, etc.).
– Normas de transcripción al español de idiomas con escrituras ideográficas (chino y japonés principalmente).
– Normas de adaptación al español de transcripciones (de lenguas en alfabeto no latino o con escritura ideográfica) hechas para el inglés o el francés.
– Normas de lenguaje no sexista.

Normas que afectan especialmente a los traductores

– Criterios generales para resolver problemas de transferencia cultural de difícil solución o para los que existen diversas opciones sobre las que el traductor no acaba de decidirse (p. ej., supresión de la referencia cultural, aclaración por medio de nota a pie del traductor o adaptación mediante equivalencia en la cultura de la lengua fuente).
– Criterios de traducción/transcripción/adaptación:
▪ de abreviaturas;
▪ de citas e inscripciones;
▪ de siglas;
▪ de locuciones latinas;
▪ de nombres de acontecimientos históricos, guerras y batallas;
▪ de antenombres y títulos de dignidad;
▪ de títulos y gradis académicos;
▪ de rangos militares;
▪ de antropónimos y de sobrenombres;
▪ de nombres propios de religiosos (frailes y monjas), reyes, emperadores, príncipes, cardenales y papas;
▪ de nombres de personajes de ficción;
▪ de nombres de asambleas políticas;
▪ de nombres de partidos políticos;
▪ de nombres de asociaciones, entidades, establecimientos comerciales, instituciones, organismos, organizaciones y sociedades;
▪ de nombres de modelos y marcas registrados;
▪ de nombres de eventos: campeonatos, competiciones, ferias, exposiciones, salones, congresos, jornadas...;
▪ de nombres de equipos deportivos;
▪ de nombres de deportes y juegos;
▪ de nombres de estilos y movimientos artísticos, políticos y culturales;
▪ de nombres científicos de animales o plantas;
▪ de nombres propios de animales;
▪ de nombres propios de aviones, embarcaciones, satélites artificiales, trenes y zepelines;
▪ de nombres propios de fenómenos naturales;
▪ de nombres de fiestas, conmemoraciones y celebraciones;
▪ de nombres de grupos musicales o teatrales;
▪ de sistemas de notación musicales;
▪ de nombres de premios o condecoraciones;
▪ de nombres de órdenes y congregaciones religiosas y de sectas;
▪ de topónimos geográficos (físicos y políticos) y de topónimos urbanos;
▪ de títulos de conferencias, cursos, tratados y encíclicas;
▪ de títulos de obras creadas, publicadas o no (artículos, danzas y ballets, diarios, discos, documentos en línea, esculturas, folletos, canciones, libros, obras teatrales, óperas, películas, pinturas, poesías, programas y series de televisión o radio, revistas, sinfonías y otras composiciones musicales clásicas, tebeos, vídeos, etc.);
▪ de títulos de páginas electrónicas y sus partes;
▪ de títulos de programas de investigación.
– Normas de transcripción de nombres propios y topónimos de lenguas con alfabeto no latinos.
– Normas de transcripción de nombres propios y topónimos de lenguas con alfabeto latino.
– Normas de transcripción al español de diacríticos y signos especiales de otras lenguas con alfabeto latino (alemán, checo, danés, finlandés, húngaro, polaco, rumano, etc.).
– Normas de adaptación al español de transcripciones (de lenguas en alfabeto no latino o con escritura ideográfica) hechas para el inglés o el francés.
– Lista de extranjerismos ortográficos y ortotipográficos.
– Lista de extranjerismos léxicos.
– Lista de falsos amigos.
– Sistemas de medidas no normalizados y equivalencias en el SI.
– Instrucciones para la correcta presentación de los originales:
a) uso del programa de procesamiento de textos;
b) formateo de la página (tipo y cuerpo de letra, interlineado, medidas, márgenes y numeración);
c) identificación y presentación de las partes de la obra;
d) formato de presentación de los documentos;
e) transcripción y tratamiento en la traducción de los blancos del diseño de la obra original;
f) tratamiento y disposición de los diversos tipos y estilos de texto (texto general, notas, pies de figuras, rotulados de figuras, recuadros de texto, citas intercaladas, remisiones internas, índices y cuadros).
– Recursos en la red para el trabajo del traductor.

Silvia Senz.
http://addenda-et-corrigenda.blogspot.com/2014/02/las-guias-de-estilo-ed...